lunes, diciembre 19, 2005

Vengan a mí tod@s l@s excluíd@s...

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Él padeció por mí y por todos nosotr@s, porque el amor de Dios es incondicional y no hace acepción de personas. ¿Podemos entender esa verdad?


Vengan a mí los que se sienten cargados y
agobiados, porque yo los aliviaré.

(Mateo 11:28)



Bien podemos hacer la relectura de este texto y decir sin cambiar su profundo contenido: vengan a mi l@s que se sienten discriminad@s, sol@s, tristes, rechazad@s, perseguid@s, presionad@s, excluíd@s. En mi encontrarán alivio... consuelo, respeto, aprecio, cariño, dignidad...Este versículo de Mateo está dentro del contexto de uno de los discursos, en los que Jesús cuestiona duramente la religión establecida de su tiempo, tan ligada al cumplimiento estricto de la Ley de Moisés, los ritos de purificación, las oraciones y sacrificios en el Templo... al punto que la gran mayoría, no pudiendo cumplir con aquellas pesadas cargas, quedaba al margen de la gracia divina. Jesús enfrenta a los poderosos que hacían suyas estas prácticas hipócritamente (fariseos, sacerdotes, saduceos). Lo hace con radicalidad y firmeza. Y a su vez conjuntamente dirige su mensaje de “alivio” a esa inmensa cantidad de personas que quedaban excluidas de la práctica. Da una buena noticia de liberación y lo hace con respeto, con afecto, con ternura, reconociendo siempre al otr@ como su prójimo, su amig@, su herman@. Y he allí entre sus seguidores: pobres, leprosos, ciegos, humildes, prostitutas, cobradores de impuestos... esa inmensa lista de parias de la sociedad religiosa judía de ese tiempo. Rostros y personas que no encajaban en los estándares del estatus aceptable y aceptado, la moral dominante, el perfil político, social o cultural de la época.Vengan a mí porque yo los aliviaré.Su mensaje es claro. No pide nada a cambio. No ofrece una nueva carga...Basta con la fe de quienes se le acercan para ser liberados del dolor, el sufrimiento, la persecución, el peso de las "duras cargas" que traen a cuestas.¡Cuánto necesitamos escuchar en estos días palabras como estas! Palabras que consuelen, que reconforten, que den paz, integridad, que nos permitan sentir que estamos incluid@s...Pero lamentablemente otras son las palabras y otros los mensajes. Mensajes que niegan, mensajes que condenan, mensajes que juzgan, mensajes que discriminan, mensajes que descalifican, mensajes que por una razón o por otra, excluyen.Pero el Evangelio sigue estando allí para quien lo quiera escuchar. Sigue allí ofreciendo su Palabra de alivio para quien se sienta cargado, agobiado, discriminado, rechazado, condenado, excluido...Para tod@s, no importa la condición, el estado, la realidad en la que un@ se encuentre, siempre hay una buena noticia que ofrece alivio, paz, esperanza, liberación.

Porque esta es la esencia del mensaje de Jesucristo: “La verdad os hará libres.”

Aprendamos la verdad, busquémosla como al mayor de los tesoros, y sintamos en nuestras propias vidas la verdad liberadora de que el amor de Dios es incondicional y que las palabras de Jesucristo no se han borrado ni se han extinguido: "Vengan a mí los que se sienten cargados y agobiados, porque yo los aliviaré."

¿Quiénes somos?

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Somos un grupo de personas que cree en el valor de cada alma sin importar su orientación sexual. Nosotros nos gozamos en la vida. Rechazamos la tiranía de quienes condenan lo que somos: Personas Gays, lesbianas, bisexuales, y transgéneras. Nosotros consideramos nuestra orientación sexual una bendición y no una maldición. Aunque muchos de nosotros no seguimos siendo miembros oficiales de la Iglesia Mormona, nosotros celebramos nuestro lugar en la gran tradición mormona. Somos una familia compuesta por miembros activos en la fe mormona, ex-miembros y no-miembros. En lo que a la sexualidad respecta, nuestros miembros ocupan todo el espectro de posibilidades. Todos nos encontramos en diferentes etapas del proceso de aceptar y revelar nuestra orientación sexual.

Afirmación se preocupa por las necesidades de aquellos que, por motivo de su orientación sexual, se sienten frustrados o alienados de la familia, los amigos y la Iglesia. Además de ofrecer ayuda en los problemas ocasionales que todos enfrentamos, Afirmación brinda oportunidades permanentes de servicio, diversión, amistad, enriquecimiento personal y crecimento espiritual. El trayecto hacia el auto-descubrimiento puede ser abrumador, especialmente cuando intentamos reconciliar nuestra homosexualidad con el legado espiritual y cultural que recibimos del mormonismo. En Afirmación recibirás la comprensión y el apoyo de amigos que recorren tu mismo sendero. Entre los miembros de Afirmación encontrarás además amigos y familiares, mormones y no-mormones, hetero y homosexuales. Cuando nos asociamos con ellos, cuando recibimos su amor y apoyo, experimentamos una de las bendiciones más grandes que resultan de unirnos y participar en Afirmación. Descubrimos que no estamos solos. Trabajamos juntos en nuestro desarrollo personal y edificamos puentes de entendimiento. No tienes de qué preocurte, porque Afirmación mantiene los nombres y la identidad de sus miembros en la más estricta confidencia. Puedes asociarte con confianza.

Gracias por tu interés. Te invitamos a que consideres seriamente la posibilidad de hacer que Afirmación sea parte integral de tu vida. Nosotros nos interesamos y nos preocupamos por ti, y estamos a tu servicio. Además, queremos que sepas que te necesitamos--a ti y tus talentos especiales. Juntos crearemos un mundo mejor.

¿Gay y mormón?

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Si este es tu primer contacto con Afirmación, tal vez te sorprenda descubrir que los mormones gays sí existen. La verdad es que en nuestra Iglesia hallarás homosexuales de todo origen y en todos los puestos de servicio. Casi todas las familias mormonas tienen algún miembro homosexual en el árbol genealógico (y probablemente varios en varias ramas).
Afirmación es una hermandad de gays, lesbianas, bisexuales, y familiares y amigos, todos unidos por el vínculo común del mormonismo. Nuestro propósito es proporcionar un ambiente positivo para aliviar el temor, la culpa, la auto-opresión y la soledad que los mormones gays y las mormonas lesbianas suelen sentir en esta época de obstinada ignorancia sobre el tema sexual. Creemos que una orientación hacia el propio sexo y las relaciones homosexuales pueden ser compatibles con el evangelio de Jesucristo. Sostenemos que somos hijos e hijas de un Padre y una Madre Celestiales que nos aman tal como nos crearon y que nos juzgarán, igual que a todos, según lo que hagamos con nuestras vidas y según la manera en que tratemos a nuestro prójimo.
Nuestra meta es comprender y aceptar a los gays y a las lesbianas como miembros plenos e iguales de la sociedad y de la Iglesia, y fomentamos dicha meta de las siguientes maneras:
· Fomentando la espiritualidad, la oración y el comportamiento cristiano entre toda la gente, y afirmando la dignidad inherente a cada uno de los hijos e hijas de Dios, sin importar cuál sea la orientación sexual de la persona.
· Brindando apoyo y comprensión a los que tienen dificultad en reconciliar su orientación sexual y su fe con las actitudes populares de miembros y líderes que a menudo demuestran ideas desinformadas sobre los homosexuales y la homosexualidad.
· Influyendo a los líderes y a los miembros de la Iglesia para que traten y reconozcan a los miembros homosexuales según las enseñanzas de las escrituras y no según ideas anticristianas de odio, violencia, temor y prejuicio.
· Proporcionando un espacio para la discusión abierta y respetuosa de temas que conciernen tanto a los gays y lesbianas mormones como los demás miembros de la Iglesia.
· Brindando a los gays y lesbianas mormones oportunidades positivas para el desarrollo social, intelectual, emocional y cultural.

¿Por qué Afirmación?

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Afirmación ha servido a la comunidad gay por casi 30 años. ¿Qué es lo que atrae a la gente a esta organización? Lo que sigue son las respuestas que dieron algunos miembros de Afirmación de diferentes lugares:
Cella: Hace solamente 7 meses que llegué a aceptar la realidad de que soy lesbiana. Mi homofobia no me permitía ir al Centro Gay o a las discotecas. Durante el proceso de aceptar mi homosexualidad, la gente de Afirmación se convirtió en una especie de familia adoptiva. Me brindaron un ambiente sano donde puedo crecer y un lugar amigable donde puedo expresar mis dudas y temores. Ellos me han abierto los ojos a la diversidad y la belleza de la cultura que acabo de descubrir.
Rick: Cuando por fin acepté mi homosexualidad y empecé a enfrentar una serie de problemas, hubo un grupo local de apoyo que fue de enorme ayuda. Ahora que ya he enfrentado muchos de esos problemas, no necesito un grupo de apoyo tanto como entonces. Sin embargo, todavía siento la obligación de apoyar a aquellos que están comenzando a enfrentar dificultades y darles el mismo apoyo que una vez me dieron a mí.
Darren: Me gusta el sentido de hermandad que disfrutamos en las conferencias nacionales de Afirmación. Me gusta hacer amistad con gente que ha crecido en un ambiente similar al mío. Y el ambiente al que me refiero no es el ambiente religioso del mormonismo, sino el ambiente cultural. Yo entiendo a esta gente, y ellos me entienden a mí.
Esther: Después de mi excomunión, mi pareja y yo dejamos de asistir a los grupos afiliados con la Iglesia. Pero todavía yo necesitaba de mi iglesia y de mi gente. Entonces descubrimos Afirmación, donde la gente nos acogió con mucha compasión y amor. Otra vez me siento parte de una "familia" que me da un tremendo apoyo. Otra vez siento que pertenezco.
Ed: Hace dos años, cuando acepté mi homosexualidad, me inactivé a fin de evitar los problemas de ser gay mormón. Pero con el paso del tiempo descubrí que echaba de menos muchos aspectos de la Iglesia, especialmente la hermandad que disfrutamos en la Iglesia. Afirmación me brinda la oportunidad de conocer y conversar con otras personas que provienen de una experiencia religiosa similar y me ayuda a aceptar más plenamente quién soy.
Jeff: Yo sabía que era gay mucho antes de contraer matrimonio, pero pensé que Dios quería que yo cambiara. Me casé, pero mis sentimientos no cambiaron. El conflicto de la homosexualidad casi me hizo perder el sentido de la realidad. Afirmación me proporcionó un lugar donde podía ser yo mismo y hablar con otras personas como yo. Había especialmente una persona que me abrazaba cuando yo llegaba a las reuniones, y esos abrazos se prolongaban hasta que yo me sentía más tranquilo.
Heather: Me sentía muy sola, como si fuera la única mormona lesbiana sobre la faz de la tierra. Quería conocer personas que me comprendieran. Quería reconocer el hecho de que soy lesbiana, pero sin olvidar mi patrimonio y mi legado mormón. Buscaba un lugar seguro donde pudiera ser yo misma y donde la gente no me juzgara.
Bart: Cuando comencé a "salir del armario" obtuve una copia del periódico gay de mi ciudad y allí vi un anuncio de Afirmación. No lo podía creer. ¿Existen otros como yo? Ese descubrimiento fue como tomar un refresco durante un día caluroso. Ahora estoy tratando de ayudar a formar un grupo de Afirmación en Dénver, porque sé que debe haber otros preguntándose si son el único gay mormón que existe.
Joan: Mi esposo Bill y yo participamos de Afirmación porque allí hallamos amor, comprensión y una gran fuente de alivio. En Afirmación las heridas comenzaron a cerrar. Allí pudimos discutir nuestro dolor, nuestras preocupaciones y nuestras pruebas. Recibimos consejo, abrazos, y mucha atención. La gente de Afirmación son como nuestra familia: Nos regocijamos con ellos, lloramos con ellos, y junto a ellos caminamos la senda que nos lleva a curar nuestras heridas y seguir creciendo.
Tal como lo demuestran estos testimonios, todos llegamos a Afirmación por una variedad de motivos y, no obstante provenir de la experiencia común del mormonismo, constituimos una comunidad diversa. Afirmación es un microcosmos de "la unidad en diversidad" que la comunidad gay en general anhela alcanzar. Ojalá que esta diversidad continúe haciendo de Afirmación una comunidad vigorosa y acogedora para los mormones gays y las mormonas lesbianas que nos visitan en busca de apoyo e información.

Mi peregrinaje

John Andrews


Los últimos meses me han resultado muy difíciles. En diciembre de 1995 volví de Boston y me inactivé. Era demasiado difícil seguir enfrentando a miembros y líderes insensibles. Boston había sido una experiencia liberadora, y ahora que volvía a uno de los baluartes del mormonismo, se hacía demasiado difícil enfrentar la Iglesia. Así que pasé una temporada en limbo, hasta que comencé a contemplar seriamente la posibilidad de quitar mi nombre de los registros de la Iglesia. Mi motivo principal era el de responder a las acciones recientes del Presidente Hinckley en Hawaii (Recientemente el Presidente Hinckley había iniciado una campaña furiosa en contra del proyecto de ley que habría legalizado en Hawaii el matrimonio entre personas del mismo sexo).
Empecé a explorar varias opciones, y hubo muchas que me interesaron: La congregación local de la Iglesia Unitaria Universalista, la Iglesia Comunitaria Metropolitana, y los Congregacionalistas. Sin embargo, como muchos otros mormones gays, sentí que no podía consagrarme a una institución o a una congregación que incluye creencias tan diferentes a las mías. Así que encontré otra opción: La Iglesia de Jesucristo de la Restauración, localizada principalmente en Lago Salado. Aunque no tienen una congregación en Reno, Lago Salado está a una distancia razonable que me permitiría asistir de vez en cuando, y para conferencias, etc. Así es que el fin de semana pasado empaqué mis cosas y realicé el viaje en auto, cruzando una interminable llanura de sal, hasta llegar a Lago Salado, para investigar la Iglesia de Jesucristo de la Restauración y asistir a su décima conferencia anual. Ahora bien, resultó que a la postre tomé una decisión sorprendente.
Había iniciado el viaje con toda la intención de abandonar la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y probablemente unirme a la Iglesia de Jesucristo de la Restauración. Sin embargo, durante la conferencia aprendí mucho acerca de mí mismo, mis metas, y mi fe. Llegué a la conclusión de que unirme a esta iglesia habría sido una “solución fácil”, y que no era lo que debía hacer. Volví a Nevada con una convicción renovada de que mi fe en el Evangelio restaurado (y aun en la Iglesia Mormona) era válida y valiosa.
Cuando reflexiono sobre mi crecimiento espiritual y la Iglesia, me acuerdo de un discurso que escuché en la sesión “Pilares de mi Fe” en el Simposio Noreste de Sunstone durante mi último semestre en la Universidad de Boston. El Obispo Chris Kimball (que no era mi obispo pero sí el de un barrio de solteros en Cambridge) habló acerca del poder de elegir y usar la lógica. Dijo que para él, el evangelio es simplemente lógico, de manera que él elige, día tras día, ser parte de la Iglesia. Contó anécdotas de lo que es crecer con un padre obispo y un abuelo apóstol (Spencer W. Kimball). Habló de coraje, determinación, y convicción.
En cuanto a mi peregrinaje en la vida, yo podría decir que he terminado en el mismo lugar donde había empezado. He vuelto a mi convicción original de que el amor de mi Padre Celestial y de mi Salvador son suficiente sostén en los momentos de prueba. He vuelto a mi testimonio original de Dios y de Sus Profetas (aun cuando ellos cometan errores humanos). He vuelto al sentimiento que me da más gozo que ninguna otra cosa en el mundo: el sentimiento de amor. Lo encuentro cuando dialogo con otros mormones gays. Me ayuda a sobrevivir y a crecer. Me ayuda a perseverar.
Recuerdo el día en que le conté mi historia a mi Presidente de Estaca, cómo él llegó a entender mejor que antes lo que significa ser gay. Recuerdo que abrió las escrituras y me leyó a MÍ (algo que todavía me cuesta entender) las palabras inmemoriales que se hallan registradas en la Sección 122 de Doctrina y Convenios. Son tan importantes para mí, que las incluyo en este mensaje:
“Los extremos de la tierra indagarán tu nombre, los necios se burlarán de ti y el infierno se encolerizará en tu contra; en tanto que los puros de corazón, los sabios, los nobles y los virtuosos buscarán consejo, autoridad y bendiciones de tu mano constantemente. El testimonio de traidores nunca volverá a tu pueblo en contra de ti. Y aunque su influencia te lance en dificultades y tras rejas y muros, se te estimará con honor; y de aquí a poco tu voz será más terrible entre tus enemigos que el león feroz, a causa de tu rectitud, y tu Dios te amparará para siempre jamás.”
“Si te es requerido pasar tribulaciones; si te encuentras en peligro entre ladrones; si peligras en tierra o mar; si se te acusa con todo género de acusaciones falsas; si te acometen tus enemigos; si te apartan del lado de tu padre y madre, hermanos y hermanas; si con la espada desenvainada tus enemigos te arrebatan del seno de tu esposa y de tu familia, y tu hijo mayor, que sólo tiene seis años de edad, se prende de tu ropa, diciendo: Padre mío, padre mío, ¿por qué no puedes quedarte con nosotros? Padre mío, ¿qué van a hacer contigo estos hombres?; y si entonces lo echan de tu lado a fuerza de espada, y te arrastran a la cárcel, y tus enemigos te rodean como lobos que buscan la sangre del cordero; si eres echado en el foso o en manos de homicidas, y eres condenado a muerte; si eres arrojado al abismo; si las bravas olas conspiran contra ti; si el viento huracanado se hace tu enemigo; si los cielos se ennegrecen y todos los elementos se combinan para obstruir la vía; y sobre todo, si las puertas mismas del infierno se abren de par en par para tragarte, entiende, hijo mío, que todas estas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien.”
“El Hijo del Hombre ha descendido debajo de todo ello. ¿Eres tú mayor que él? Por tanto, persevera en tu camino, y el sacerdocio quedará contigo.; porque los límites de ellos están señalados, y no los pueden traspasar. Tus días son conocidos y tus años no serán acortados; no temas, pues, lo que pueda hacer el hombre, porque Dios estará contigo para siempre jamás.”
Tenemos que educar a nuestros líderes, a nuestros obispos y presidentes de estaca. El conocimiento de lo que significa ser gay no les va a caer milagrosamente del cielo; aun los Profetas y los Apóstoles, para comprender, necesitan oír las historias de aquellos que experimentan la vida de una manera diferente. Yo he decidido que esa es mi misión en la vida. Yo tengo que enseñarle a estos hombres, que son realmente llamados de Dios, acerca de MIS dificultades, MIS esperanzas y sueños, MI fe. No puedo ni debo suponer que ellos ya lo saben. Tengo que ayudarlos. Tengo que extender un brazo de amistad y de amor.
Debo erguirme con orgullo de ser un hombre gay, manifestarlo en todos mis dichos y acciones, y ayudar a los que me rodean, tanto dentro como fuera de la Iglesia, a comprender lo que esto significa. Sé que va a ser doloroso. Revelar el hecho de que soy gay en la Iglesia me va v traer bendiciones, pero no estoy seguro si las voy a notar cuando empiecen a excluirme y segregarme. Lo que sí sé es que, en el fondo, es una cuestión de fe. Y a pesar de todo lo que ha ocurrido en mi vida, todavía tengo fe de ver la mano de Dios en esta obra. Esa fe es benéfica, tangible y real.
Así que, como diría el Obispo Kimball, “hoy yo elijo”. No puedo garantizar que voy a elegir siempre igual. Pero hoy, no obstante el cielo y el infierno, con saber que estoy donde debo estar, me alcanza.

Cuando la Iglesia discrimina

Por Jay Bell

En mi condición de gay mormón, siento que esta religión, cuyos principios valoro, me está discriminando. Afortunadamente hay un puñado de personas que no discriminan, pero son la excepción. La triste realidad es que, por ser gay, soy en mi religión un "ciudadano de segunda clase". Aunque el Presidente de la Iglesia dice que hay que amar a los gays, la verdad es que la Iglesia continúa enseñando que ser gay es una conducta "repugnante" y "perversa" que, a menos que uno se arrepienta, conduce a la condenación eterna. En 28 años de publicaciones, la revista oficial de la Iglesia The Ensign [el equivalente en inglés a la Liahona], tiene solamente dos comentarios medianamente positivos en cuanto a los gays. ¿Cómo hemos de reaccionar cuando el Apóstol Richard G. Scott, una de las figuras más altas de la jerarquía mormona, declara que "una hija lesbiana [y presumiblemente, un hijo gay] no puede permanecer en la Iglesia"? (cita publicada en el periódico Los Angeles Times el 9 de setiembre de 1997).
El Presidente/Profeta de la Iglesia Mormona, Gordon B. Hinckley, dice que tal vez puedo permanecer en la Iglesia, pero debo hacerlo bajo severas condiciones. Primero dice que en la Iglesia "amamos [a los gays y a las lesbianas] como hijos e hijas de Dios", pero después declara que yo, por ser gay, no puedo expresar mi amor en una relación de pareja monógama. Dice que "no podemos quedarnos sin hacer nada si [las personas gays y lesbianas] se entregan a actividades inmorales, si intentan sustentar, defender y vivir lo que llaman el matrimonio de personas del mismo sexo." Dice que "deseamos ayudar a esas personas," pero no le explica a la Iglesia cómo ayudarlas, y me niega lo que yo tanto anhelo y necesito (Ver discurso de la Conferencia General, 4 de octubre de 1998).
¿Qué alternativa me queda? ¿Tengo que cerrar mi necesidad de amar bajo siete llaves para siempre? Tal cosa es psicológicamente dañina.
De acuerdo con la doctrina de la Iglesia Mormona, no tengo esperanza de entrar en el grado más alto del cielo. Para lograrlo, tendría que casarme con una mujer por esta vida y por la eternidad. En mi condición de hombre gay, yo no quiero casarme con alguien a quien no puedo consagrarme por completo en lo emocional, en lo físico, y en lo espiritual. Hacerlo sería una tragedia y una injusticia hacia la otra persona. Si me casara con una mujer, nunca sabríamos lo que es la completa dicha conyugal. De acuerdo con la teología mormona, lo más alto que puedo aspirar en el más allá es ser un siervo de los que sí se casaron. En mi condición de gay mormón, la Iglesia me exige que permanezca célibe. Pero, ¿por qué negarme el privilegio de amar a alguien?
Además de prohibirme el privilegio de amar a alguien, la Iglesia ignora toda la evidencia científica sobre las bases biológicas de la homosexualidad. Por haber nacido como una persona gay dentro del mormonismo, quedo teológicamente atrapado y condenado.
En honor a las enseñanzas de Cristo, la Iglesia publicó un himno titulado "Amad a otros" (Himnos, 203). ¿No es ya hora de que empiecen a pastorear también entre los miembros gays y las miembros lesbianas? Me consterna que mi iglesia, que tanto ha padecido en el siglo 19 por sus prácticas matrimoniales y religiosas, persiga ahora a una pequeña minoría dentro de sus propias filas. Mi iglesia impide que esta minoría encuentre una pareja, alguien con quien hacer un compromiso de amor ante Dios y ante el mundo.
Los líderes están usando la misma retórica que los enemigos de la Iglesia usaron contra ellos en el siglo 19. Es absurdo.
Me pregunto: ¿Será que la jerarquía mormona teme los matrimonios gays porque serían un matrimonio de iguales? Sería algo totalmente nuevo en la Iglesia Mormona. Para mí y para muchos otros, esta es una cuestión que nos angustia profundamente.